domingo, 21 de abril de 2019

Noche de Bodas



El gran día ha llegado, todo a punto. Por fin solos, para vivir el amor que los une. Ana anhela dormir abrazada a Nicolás toda la noche.
Cargan en el coche las maletas y parten. Van los flamantes esposos felices y despreocupados. Al llegar al hotel los recibe un atento recepcionista.

Les hemos reservado la suite de la última planta, es la más bonita y tiene
terraza para disfrutar de las vistas al mar.

Suban por favor, nosotros nos encargamos del equipaje.

Apenas entrar en la habitación, Ana se deja caer sobre la cama adornada con pétalos de rosas.

¡Ohh qué cansada estoy! Voy a descansar un ratito mi amor, si no te importa.

Me daré mientras una ducha ligera, también estoy cansado.

Ana se sumerge de inmediato en un profundo sueño.  No escucha a
Nicolás que la llama desde el cuarto de baño.

Ana, ¿Por favor, sabes qué pasa? Se ha ido la luz, no veo nada.

Los golpes en la puerta son más fuertes, pero Ana no responde.

¡¡Ana, mi amor, la puerta, la puerta no se abre!!. Haz algo ¡¡Llama a
 recepción!

Hace mucho calor aquí ¡me escuchas!!

Ana se remueve en la cama, y abre muy a pesar suyo los ojos..

 ¿Qué pasa Nicolás, qué haces?

¿Qué hago? No puedo salir de aquí ¡llama a alguien!

Ana intenta abrir la puerta, pero ésta parece sellada, coge el teléfono y
no  funciona.

¡Espera! voy abajo a buscar ayuda.

 Oprime el botón del elevador y por el pasillo aparece un hombre muy apuesto

¡Buenas noches señorita!

 Hola.

Lo mira desconfiada. Es un hombre muy atractivo y vestido con un traje
oscuro. Lo que más impresiona a Ana son sus  ojos, de un color indefinido.
Cuando se abre la puerta del ascensor hace un gesto para que suba. 
Ana se siente turbada, pero accede.

Es usted una recién casada por lo que veo. Con ese vestido blanco me recuerda a un ángel.

Sí, es que mi novio, es decir mi marido se ha quedado encerrado en el
baño. 

El hombre  la mira como si quisiera entrar en su alma y comenta:

La noche de bodas suele no ser perfecta.

En ese momento el elevador se queda a oscuras y se detiene. Ana siente
 un escalofrío que recorre todo su cuerpo, no puede atinar a decir nada.

Cuando despierta está en el suelo del ascensor con la puerta abierta. El recepcionista y una pareja de huéspedes la ayudan a salir.

Señorita, ¿Se encuentra bien?

No sé qué ha pasado. ¿Dónde está mi marido? ¿Qué hora es? Él se ha quedado encerrado en el baño y venía por ayuda. Había un hombre en el ascensor conmigo ¿Lo han visto ustedes?

No, no había nadie con usted. Ahora son las tres de la mañana.

Cuando Ana sube a la habitación acompañada por el recepcionista, Nicolás duerme plácido como un bebé.

Usted estará muy cansada. Pase buenas noches.

Ana se sirve una copa del vino que han dejado como cortesía para los novios, suspira hondo y recuerda las palabras del oscuro hombre del ascensor..

La noche de bodas suele no ser perfecta...







Inmortales

En un tiempo fuimos inmortales,
nos daba igual mucho azúcar y café
no teníamos prisas, ni temores
los pájaros volaban por volar
los árboles en primavera florecían
así era, por qué habría de cambiar
bailar, disfrutar, era lo nuestro,
tendidos al sol
malgastábamos el tiempo,
teníamos de sobra
quién nos diría lo contrario
 los días eran de colores
para qué preocuparnos,
 en invierno hacía frío, mucho frío
en el verano contábamos estrellas
en las noches perfumadas por la luna.
La vida nos perdonó muchos errores
 pero un día vistió traje y corbata,
la falda se estiró hasta las rodillas,
nos miramos muy atentos al espejo
 él nos dijo: ¡Cuidado con el tiempo!
que es un señor muy serio y no le gusta
que lo despilfarren como así a vuestro antojo.
Nos informaron que aquello de inmortales
 no contaba, había caducado,
como niños buenos lo aceptamos
¡Qué remedio!
No hemos perdido nuestras picardías,
pero vamos con algo de cuidado,
no vaya a ser que en esta travesía
cualquiera se descuelgue distraído.
¡Disfrutad, cantad, gozad amigos míos!
cada día es una aventura inesperada,
la vida es el regalo más preciado
y nos fue dada solo para honrarla.

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