martes, 19 de diciembre de 2017

¡A TODO TRAPO!

No se la puede quitar de la cabeza. La vio en aquel salón tanguero del barrio de Almagro. Llevaba un vestido negro, el cabello color miel sobre un costado del rostro, escondiendo uno de sus ojazos. Custodiada por un bacán, robusto y engreído que vestía elegante y parecía vigilar todo el tiempo junto a otros tres fulanos que le hacían la guardia.

Abre el ropero y saca el único traje que tiene, la camisa celeste clara, los zapatos negros brillosos.
Se pasa un poco de colonia barata por el pelo engominado. 
"Un día de estos, va a comprar una de las que vio en la perfumería del barrio" Sonríe, mientras se viste.
Sale, la noche está tibia. Camina hasta la esquina. Al abrir su cartera, el boleto de la última carrera lo mira burlón. Piensa en los pesos que se le piantaron junto con las ilusiones, y lo perejil que es, al creer que algún día ganará su apuesta, tendrá mucha guita y podrá escapar de la mishiadura.
Hace señas al primer taxi que ve.
─ ¡Hasta San Telmo maestro! Vamos por la avenida San Juan y me tira por ahí.
─ Ta bien muchacho.
─ El tránsito está un poco pesadito por la noche del viernes vio, la gente sale más. 
El taxista, busca conversación, pero él está con la mente en otra parte
─ En la cuadra que viene está bien, aquí me quedo Don.
Camina nervioso hasta la puerta de la milonga. La música a todo trapo lo pone de buen humor. Algunas parejas ensayan figuras atrevidas lustrando el suelo. La luz tenue y el humo no dejan ver con claridad.
Acodado en la barra, enciende un cigarro y hace un paneo por todo el salón, algunas muchachas miran insinuantes, pero él busca a otra.
─Juan, poneme un trago, bien fuerte.
─Mirá ¡ahí la tenés a la moza! 
─ Le apunta Juan .
Toma un sorbo como para darse ánimo. Se da vuelta y ahí está ella ¡Más linda que nunca! Con un vestido color manteca que dibuja su cuerpo, los labios rojos y ese andar sensual y provocador que lo vuelve loco. 
La orquesta se descuelga con un tangazo. Un tipo alto y vestido de negro le habla por lo bajo, la toma del brazo y la lleva a la pista. Se queda ensimismado mirando como la pareja baila con requiebros estudiados.
Se acerca despacio:
─ Disculpe Don, ¿me permite? Me parece que la señorita quiere cambiar de compañero.
Ella entorna los ojazos y sonríe tímida.
─ Sí ¡Claro amigo, faltaría más!! Toda suya. Sonríe con sorna 
y se da media vuelta.
La abraza con suavidad, ella se aprieta contra su pecho mimosa. 
 La sensualidad se adueña del momento, solo ella, él y “Por una cabeza”.. 
La cadencia del tango los envuelve, los atrapa en una telaraña de pasión.
Un empujón, la sorpresa ¡Un puñetazo tan fuerte! que cae derrumbado.
Los golpes vienen de todas partes, no puede ver.
Solo quiere que paren. Los gritos de la gente y el murmullo, los
escucha muy lejos.. no sabe qué pasa. Todo se vuelve oscuro, solo siente que lo arrastran por el suelo.
De pronto, la música comienza a sonar de nuevo.
"Por una cabeza, si ella me olvida 
qué importa perderme, mil veces la vida 
para qué vivir... "
Siente un paño mojado en la frente y un poco de alivio.
─ ¡La pucha, hay que tené mala pata pa elegí las minas che!
Abre los ojos y un poco borroso ve a Juan.
A duras penas puede sentarse. El traje desgarrado, la camisa celeste clarita salpicada de algunas gotitas de sangre, la corbata arrugada. Los bailarines hacen un círculo como si él fuera el payaso del circo y murmuran por lo bajo.
Enseguida alguien ordena: 
─ Bueno, señores aquí no ha pasao nada. ¡A seguir con la milonga! Que los asuntos de polleras se arreglan afuera.
Algunos aplauden, la pista se llena poco a poco ¡Y a lustrar el suelo! 
El director de la orquesta anuncia un bis del tango más lindo del mundo.
La música inunda el salón y se mete hasta en los huesos. Un muchachito le entrega un papel con letra de mujer.
"Para Gerardo:
Boedo 235 segundo piso"
Juan murmura:
─ ¡Vos sos dueño che! 
─ cada uno se muere como quiere.


Derechos de autor: Mirta Calabrese De Luca