Y van las gentes con ropas claras y alegres, una brisa por demás tibia juega en sus rostros pintados de sol, despreocupados. En las tardecitas cuando afloja el calor las niñas salen con sus faldas mínimas que dejan ver el encanto de la juventud, mientras que aquí el frío congela hasta el alma.
Unos nubarrones negros y amenazantes intimidan al sol, que se acobarda y ni intenta hacerles frente. La noche apura el paso para guardar los secretos y las confidencias bajo las almohadas.
La lluvia cae tranquila y fría. Un muchacho vestido de oscuro atraviesa el parque de prisa, tal vez alguien lo aguarde en esta tarde gris..