Hoy ella tiene la voz más dulce que ayer,
me mira desde sus ojos
verdes, apenas sonríe,
es bella, arrogante,
desconocida,
nada ni nadie parece
perturbarla,
el mar golpea con bravura
revolviendo las olas
en el borde del
acantilado, se
detiene,
un instante, único, irrepetible
su cuerpo frágil se
estremece,
el viento agita su cabello de
seda.
perlas de cristal ruedan por sus mejillas,
mis manos no la
alcanzan, ya no
pueden,
cual gaviota blanca y
blanda
emprende un vuelo
sin retorno,
la espuma la
envuelve, la hace suya
se detiene el tiempo en mi infinita
soledad,
el mar celoso, oculta
para siempre
el secreto de su
nombre..