viernes, 16 de febrero de 2018

La decisión de Alexander.

"Ser, ser siempre, ser sin término, sed de ser más"
Miguel de Unamuno. “Del sentimiento trágico de la vida”


Alexander Dubois es directivo en una empresa multinacional, una persona que cuenta con muy poco tiempo libre. Si bien dedica la mayor parte del día a su trabajo, hace esfuerzos para poder disfrutar. Vive solo, en un lujoso apartamento en las afueras de la ciudad, lo que le permite practicar un poco de deporte, y así soportar la presión y el estrés al que está sometido.
Al llegar a su casa, sobre el escritorio tiene un nuevo ejemplar de la revista científica que recibe mensualmente.
Le apasiona leer los artículos con los últimos adelantos de la ciencia. Apenas abrir la revista, ve algo que atrae su atención.
“El ansiado sueño de la inmortalidad es posible. La especie humana podrá alcanzar la inmortalidad en este mismo siglo"
El Institute of Medical Sciences de Estados Unidos comenzará a realizar una selección de personas idóneas para el experimento. Si usted está leyendo este artículo y desea pertenecer al proyecto póngase en contacto.
Trascender, superar la muerte. Desde siempre ha guiado a las grandes religiones, inspirado a poetas, iluminado a filósofos. Como modernos alquimistas, científicos e investigadores se aventuran en la exploración de lo que ha sido y es, la aproximación a lo imposible.
Alexander se reclinó en su sillón, se pasó las manos por su cabello, como si quisiera despejarse y se dijo para sí que podría ser uno de los candidatos.
Cuatro semanas más tarde, viajaba para participar en la selección para el proyecto GH Infinitus. Estaba dispuesto a todo. En pocos días renunció a su trabajo, causando un gran revuelo en la empresa. No entendían cómo era posible semejante decisión.
Les comunicó a sus amigos íntimos y a sus familiares más cercanos que tomaría uno o dos años sabáticos para recorrer mundo. Se había planteado que su vida solo era trabajo y responsabilidades, y deseaba hacer algo diferente.
Fue sometido a estrictos y diversos análisis. Neurólogos, biólogos y los más destacados investigadores se dedicaron a examinar a Alexander y a otras personas como posibles candidatos para el programa. Demostrar que la inmortalidad es posible.
─Tendremos que secuenciar también su genoma, para conocer todo acerca de sus ancestros. Dijeron los científicos.
Emocionado y sorprendido se sintió Alexander Dubois cuando recibió una carta de la NASA diciendo que había sido el elegido.
Para nuestro hombre se sucedieron agotadoras jornadas de exámenes de la más alta complejidad. Se sometió su cuerpo a extremas evaluaciones, hasta que pasados los días Alexander era un hombre que alcanzaría la inmortalidad para viajar en el tiempo.Tenía sensaciones un tanto extrañas que los científicos le ayudaban a superar.
Una nave espacial por primera vez pilotada por un ser de la especie humana viajaría a un planeta a millones de años luz. Estaba equipada para que Alexander no tuviera ningún inconveniente, tanto técnico, como de supervivencia, ya que su organismo no moriría jamás.
En el más absoluto secreto se lanza la nave al espacio después de dos años de preparación. El mundo acostumbrado a estos sucesos, ya no presta demasiada atención. Solo unos pocos científicos saben que un ser humano va a bordo.
Esa ansia de vida eterna que experimentamos casi todos, para Alexander es una realidad y supera todas las barreras de lo hasta ahora conocido.
La tierra, el hogar, ha quedado muy lejos. La idea de que no morirá, es con lo que tiene que convivir. Un equipo de robots lo asisten cuando tras analizar su sangre notan alguna alteración.

Cuando Alexander Dubois despierta en la mañana del 16 de junio del año 3.227, después de dormir algo agitado, inicia como estaba pactado los preparativos para el regreso. Solo debe oprimir el botón rojo de la caja que titila con la fecha programada. Se tranquiliza siempre que piensa como un hombre común, aunque ya no lo es.
El botón rojo ya ha sido activado. La nave que ha recogido cientos de miles de fotografías, información y todo tipo de muestras de materiales, inicia su azul camino de regreso.
Una gran ventana circular que Alexander solo abre en algún momento de sus eternos días, le deja ver un punto brillante, mientras piensa: “Esperadme, regresaré”
Han transcurrido muchos años. Aún es posible para él sentir como lo hacen los humanos, cierta emoción y alegría.
A medida que se acerca a la tierra todo se vuelve muy oscuro y confuso. Grandes montículos de lo que parecen haber sido ciudades, se mezclan con extrañas especies que se asemejan a antiguos árboles. Más allá, una fosa enorme y humeante torna turbia la atmósfera. Todo es un doloroso desierto.
Soledad, vacío, la nada..  
La nave preparada para detectar cualquier anomalía, comienza a desviarse alejándose a gran velocidad de la tierra. Fundiéndose en la inmensidad del Universo.
No puede sentir ni el miedo a la muerte. Solo la perpetua tortura de la angustia. Un grito que trasciende lo efímero y lo eterno se multiplica en un eco sin respuesta..