Acordaron que sería breve, sin reproches, sin
esperar nada, sin recuerdos.
Duraría lo que tarda el reloj en transitar las horas
de la noche.
Así lo pactaron. Solo placer, sin palabras, sin
mañana.
El amanecer implacable sentenció el final.
Una
mirada, un adiós.
La
luz inundaba tímida la estancia, en la penumbra se diluía la pasión..