El
sol tiene un tinte diferente,
el
viento arrastra a su antojo
las
hojas que murieron prematuras,
un
domingo como cualquier otro
las
persianas bajas de las casas
el
tedio y la soledad de los jardines,
el
derrumbe inminente de las flores
en los rosales algunas rosas tardías
se resisten
como un último atributo de esplendor
hay que seguir,
en los rosales algunas rosas tardías
se resisten
como un último atributo de esplendor
hay que seguir,
seguir
siempre adelante
asomarse
al abismo sin suicidio
aunque
parezca que se desploma el cielo,
el
mar cansado del bullicio
borra
las huellas adormecidas del verano,
regresar
al bosque en busca de la esencia
la
extensión de la noche nos aguarda
un
silencio inolvidable acaricia
el
verdadero sentido de la vida.
Este es el ciclo de la vida, Miry, renovarse y volver a empezar. Mientras el verano agoniza, el otoño espera hacer el relevo, con sus tonos de colores arbóreos tan bellos y llamativos. Todo tiene su encanto, aunque unos prefieran una parte concreta de ese ciclo vital. Salvo los desastres meteorológicos, me encantan todas las estaciones con su propia climatología.
ResponderEliminarUn bello poema en el que percibo la melancolía que produce una despedida.
Un abrazo.
Hola Josep, compañero de letras, gracias por leer. Sí, es verdad, todas las estaciones tienen su encanto. Para que el otoño llegue con sus tonos dorados debe acabar el verano. Es la despedida de los días estivales lo que causa un poco de melancolía, luego pasa.
EliminarUn abrazo.
El verdadero sentido de la vida, contado en todo su esplendor. Me ha encantado. ¡Ojalá regreses a escribir en este rincón!
ResponderEliminarHola querida Rebeca, qué sorpresa tan bonita he tenido al ver tu comentario, saber que habías venido a leer el poema. No te he podido contestar hasta hoy porque estuve ausente para resolver un problema de salud del cual me estoy recuperando.
EliminarGracias por tu generosidad. Me alegró mucho.
Un beso y abrazo.