sábado, 30 de julio de 2016

El Libro.

Entré en el café y me senté junto a la ventana. En una mesa cercana un hombre leía abstraído. De pronto se levantó, comenzó a recoger sus cosas y se marchó.
El libro de tapas verdes quedó sobre la mesa, solo, desprotegido, huérfano. Esperé unos minutos interminables, tal vez volviese por él. 
Parecía que nadie reparaba en el libro. Seguro a ninguno le importaba que estuviera allí. Me sentía como atado a mi silla, como si ella me impidiera levantarme. Por fin me animé y al descuido, sin mirar a nadie, lo tomé con suavidad, como quien acaricia a un niño. 
Él se dejó abrazar. Salí del bar, caminando de prisa, cuando había andado tres calles, me detuve y miré su portada. En letras de color naranja, se leía; Ladrones de Libros..




sábado, 2 de julio de 2016

Palomas Negras.

A veces, en el atardecer unas cuantas palomas negras 

se posan  en el  filo de mis ilusiones.

Se quedan ahí, mirándome, esperando, no sé qué cosa.

Trato de no hacerles caso, pero no se van.

Sobrevuelan  muy cerca, casi rozándome, indiscretas, entrometidas y cansinas.

Cuando las sombras se hacen con la noche, antes que encuentren un lugar

donde anidar, rebusco  en los cajones del amor y de la esperanza, y me abrigo

con  los besos y los abrazos perfumados de alegría, repletos de cariño.

En ese momento las veo  levantar el vuelo en bandada, quizás al encuentro de otra víctima.

Las veo marcharse, y siento alivio.

Aunque tengo, casi la certeza, que en algún momento regresarán..


Texto: Mirta Calabrese.