viernes, 25 de enero de 2019

A mi padre

Te recuerdo estoico,
con tu mirada azul
erguido y orgulloso
tus manos fuertes de años de trabajo
tu alegría sin vanidades
tus sueños imposibles
tu energía inagotable
creí que eras eterno
ocultaste tu dolor
no imaginé nunca
que te marcharas pronto
no pude, 
fui cobarde
no entendí que te estabas despidiendo
en aquel abrazo único
apretaste fuerte mis manos
los perdonamos a todos
Un vacío inmenso que no pude llenar
la verdad por delante, 
la ley de tu vida
sin quejas, sin reproches 
te fuiste muy callado
tu herencia permanece, 
sigues viviendo en mí
en la quietud del campo que tanto amaste
en la brisa suave de la primavera
reposa tu alma serena y libre.


Derechos de autor- Mirta Calabrese De Luca








domingo, 20 de enero de 2019

Encuentro en Sicilia


Desde hacía un tiempo un pensamiento recurrente volvía una y otra vez  y la pregunta era la misma: “Quién soy”
Indagaba a mi madre pero ella acariciando mi rostro contestaba con una sonrisa, o solo decía:
─Tú eres una princesa.

A medida que pasaba el tiempo iba creciendo la necesidad de saber quién era mi padre. De a poco fui reuniendo información que aunque reticente, mi madre me daba. A ella no le agradaba y siempre eludía hablar del tema.

─Somos italianos, esa es la sangre que corre por tus venas, tu padre es Paolo y te ama. Decía.

─Yo también lo amo mamá, pero tienes que entender lo que siento.

Nuestras raíces estaban en Sicilia, mi padre biológico era de allí. Había llegado el momento de ir a buscarlo. En principio había sido solo una inquietud, ahora era una necesidad, algo en lo más profundo de mi corazón me decía que tenía que saber.

El avión me había llevado hasta Palermo y luego el tren hasta Taormina. El corazón se me salía del pecho, miraba por la ventanilla el paisaje de colinas ondulantes y el mar, ese mar que escondía algo por descubrir. Sentía una mezcla de alegría e incertidumbre. Mi ensoñación se interrumpe con la voz del revisor del tren.

─Prego signorina, il biglietto. ¡Grazie! Siamo arrivati a Taormina.

El hotel que había elegido estaba algo retirado del centro. Me sentía agotada, deseaba darme una ducha y dormir. A la mañana siguiente estaba recuperada, cuando desayunaba en la terraza del hotel llega un hombre y habla con el camarero. No entendía bien lo que decían. Parecía ser un policía. Era apuesto, de mediana edad, se acomodó en una mesa, pidió un café y una galleta.




 Me atreví a preguntar al muchacho que atendía.

─Cada día viene a desayunar, es el comisario del pueblo. Dijo.

 A la mañana siguiente me presento.

─Anna Marino Lombardo. ¡Tanto gusto señor!

─Comisario Matteo Grimaldo, un placer conocerla.

Me tiende su mano y aprieta con firmeza la mía. El comisario parece un hombre muy seguro de sí, amable y serio a la vez.

─¿Está de vacaciones?

─No, estoy aquí por motivos familiares, busco a mi padre biológico y tengo información de que vive en la isla, pero desconozco el pueblo o la ciudad.  
El rostro del comisario se torna más serio y mirándome a los ojos dice:

–Veré si puedo ayudarla, me daría mucho gusto señorita. Si me facilita los datos con que cuenta tal vez podamos encontrarlo pronto. Saca de su maletín una libreta electrónica y apunta lo que puedo aportar. Cuando nombro el apellido lo noto algo inquieto. Quedamos en reunirnos el miércoles a media mañana en comisaría, luego se despide deseando que pase un buen día.
Los pensamientos no me dejaban en paz. Tal vez no ha sido buena idea venir hasta aquí.“Qué hará mi padre cuando me vea y quién será él”. Me asaltaban tantas preguntas sin respuesta que por momentos sentía que estaba en el lugar equivocado.

 Me despierta el aroma a café. Al bajar las escaleras aturde el bullicio de la calle. Los jazmines y las rosas impregnan el ambiente de un aroma exquisito. Salgo a caminar siguiendo el ritmo de la gente del lugar, alguien dice mi nombre, es el comisario:

─Anna, creo que en pocos días más tendremos novedades, el Ayuntamiento me ha facilitado información.

Hemos quedado con Matteo Grimaldo en un pequeño bar cercano al hotel, llega puntual. Me explica que con los datos han podido comprobar hay una persona que coincide con la que busco. Vive  en un  pueblo de la provincia de Messina, a cincuenta km. de Taormina.

─Giuliano Conigliaro tuvo en el pasado un asunto complicado con la justicia, pero eso es historia, ahora dirige una de las más importantes panificadoras de la zona. Es una persona que me merece aprecio y respeto, lo conozco desde hace mucho tiempo. Su hijo murió hace unos años en un accidente de tránsito. Es un hombre muy golpeado por la vida─ Me explica.
Un  escalofrío me recorre el cuerpo.

─Comisario iremos a verlo pero no diremos nada.

─Pasaremos a saludar de forma casual, no te preocupes.

 Por fin llega el ansiado día, Matteo me recoge frente al hotel. Bordeando un bonito y sinuoso camino de montaña llegamos al pueblo. Subimos por una callecita de piedra y a poco andar estamos en la puerta de la Panificadora.


El corazón me late fuerte, siento las piernas flojas, Matteo me guiña un ojo cómplice. El comisario pide por Giuliano a uno de los empleados. La estancia es acogedora, las paredes están adornadas con ilustraciones de los tipos de elaboraciones. El aroma a pan horneado lo invade todo. Se abre la puerta y aparece un hombre alto y distinguido, en su sonrisa hay un dejo de tristeza. Apenas puedo saludarlo.

 Matteo domina la situación, luego de las presentaciones Giuliano nos ofrece un café. Trato de relajarme, la conversación es cercana y amable. Tengo enfrente a quién puede ser mi padre, de tanto en tanto él clava sus ojos de un azul intenso en mí. 
Tendrá sesenta años, pero aparenta unos cuántos menos. No soy capaz de disimular por más tiempo. Cuando nos despedimos siento su calidez. Por un momento nos miramos como si quisiéramos adivinar el lazo único que nos  une. Caminamos con Matteo en silencio y regresamos a Taormina. Me invade una extraña sensación de ternura.

Anochece, la luna se recuesta en el mar. El aire fresco de la noche siciliana me envuelve, debo  ordenar mis pensamientos. Mañana he decidido regresar a Messina  para ver a Giuliano, para abrazarlo muy fuerte y poder desvelar mi secreto, tal vez él me confíe el suyo. Una parte de mi esencia y quién soy busca la respuesta...