sábado, 4 de noviembre de 2017

Infancia.

Esos días de infancia, llenos de preguntas, de simples alegrías, de miedos infundados, de sueños incumplidos, de tiza y pizarra, de juegos y de risas. Con aroma a leños y sabor a vainilla.
Se ven tan lejanos, como si otros los hubieran vivido y no hubiéramos sido
esos niños con la mirada nueva de asombro y de inocencia.
El tiempo deslizándose como por un tobogán, y nosotros dejándonos llevar por el borde del abismo para aterrizar cerrando los ojos, para no sentir el vértigo. 
Sí, somos nosotros, los mismos, aquellos niños, y aún no pocas veces apretamos fuerte los ojos para no ver el precipicio y confiamos en la buena suerte, para que no nos duela demasiado la caída.





Me confesó la luna 
que nunca tuvo amores, 
que siempre estuvo sola
soñando junto al mar..




Me confesó la luna
que nunca tuvo amores,
que siempre estuvo sola