martes, 28 de noviembre de 2017

No pido riquezas, ni esperanzas, 
ni amor, ni un amigo que me comprenda; 
todo lo que pido es el cielo sobre mí 
y un camino a mis pies”
(Robert Louis Stevenson)


miércoles, 22 de noviembre de 2017

El Viaje.

Pedro apura el paso, cada tanto voltea, tiene la certeza de que alguien lo sigue.
Cada vez más cerca, puede sentir el respirar jadeante, el chasquido de la hierba al quebrarse. Solo piensa en la  mala idea que ha tenido en querer volver andando. Se lo habían advertido, ahora es tarde para arrepentirse. Ya casi alcanza la carretera, las luces de un coche lo enceguecen. Al llegar junto a él se detiene, la muchacha al volante le abre la portezuela, y con un gesto seductor lo invita a subir.

─¿Puedes llevarme hasta el pueblo?  pregunta ansioso.

─¡Claro! voy para allí.

Pedro no lo piensa, no tiene tiempo. Sube de prisa, se sienta y suspira aliviado.
La conductora, vestido negro, cabello negro y unos ojos negros de mirada penetrante lo observa por el espejo retrovisor.

─ ¿No te da miedo levantar a un desconocido en el camino a estas horas? pregunta Pedro.

─No, no tengo miedo.

─ ¿Y si es alguien que te quisiera robar, qué harías?

─No pienso en eso.

─¿Y si alguna vez intentaran matarte?

─ No, nunca tengo miedo.

─ Creí que me seguían, fue horrible, por suerte apareciste.

─ Entiendo, pero no sé qué es el miedo. Yo debo hacer mi trabajo.

─¿Y qué es lo que haces?

En la siguiente curva acelera a la máxima velocidad ante el estupor de Pedro, que no atina a pronunciar palabra alguna y se desvía del camino sin control por la pendiente hacia el acantilado. 
La misteriosa conductora del vestido y los ojos negros contempla en lo profundo del precipicio el coche destrozado entre las piedras, iluminado por la fría luz de la luna.
Sonríe con una mueca macabra, acomoda displicente su largo cabello negro, y se desvanece en la noche..





sábado, 4 de noviembre de 2017

Infancia.

Esos días de infancia, llenos de preguntas, de simples alegrías, de miedos infundados, de sueños incumplidos, de tiza y pizarra, de juegos y de risas. Con aroma a leños y sabor a vainilla.
Se ven tan lejanos, como si otros los hubieran vivido y no hubiéramos sido
esos niños con la mirada nueva de asombro y de inocencia.
El tiempo deslizándose como por un tobogán, y nosotros dejándonos llevar por el borde del abismo para aterrizar cerrando los ojos, para no sentir el vértigo. 
Sí, somos nosotros, los mismos, aquellos niños, y aún no pocas veces apretamos fuerte los ojos para no ver el precipicio y confiamos en la buena suerte, para que no nos duela demasiado la caída.





Me confesó la luna 
que nunca tuvo amores, 
que siempre estuvo sola
soñando junto al mar..




Me confesó la luna
que nunca tuvo amores,
que siempre estuvo sola






viernes, 3 de noviembre de 2017

Las personas que amamos 
jamás nos dejan,
aunque ya no estén 
su esencia queda
su voz se escucha,
acarician nuestra alma,
jamás nos dejan,
son eternas..







A veces, un solo ser nos falta
y todo parece despoblado.
Alphonse De Lamartine. ( Poeta francés)