A veces, en el atardecer unas cuantas palomas negras
se posan en el filo de mis ilusiones.
se posan en el filo de mis ilusiones.
Se quedan ahí, mirándome, esperando, no sé qué cosa.
Trato de no hacerles caso, pero no se van.
Sobrevuelan muy cerca, casi
rozándome, indiscretas, entrometidas y cansinas.
Cuando las sombras se hacen con la noche, antes que encuentren un
lugar
donde anidar, rebusco en los
cajones del amor y de la esperanza, y me abrigo
con los besos y los abrazos perfumados de alegría,
repletos de cariño.
En ese momento las veo levantar el vuelo en bandada, quizás al
encuentro de otra víctima.
Las veo marcharse, y siento alivio.
Texto: Mirta Calabrese.
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