Aprendí a caminar bajo
la lluvia,
a mirar el mundo como
si fuera la primera vez
a soñar despierta y a
saber,
que nada se gana porque sí,
aprendí que un día
puedes ser princesa
y otro día humilde, sencilla y muy simple
podría hablarte
del invierno, pero prefiero decirte
que el verano cálido y
luminoso es mi aliado,
no sé qué hacer
cuando me duele el alma,
lloro para hacer
trizas la nostalgia
de los seres que amo
con locura.
Aprendí a ser quién
soy aunque me cueste
y no tengo remedio que
me cambie
solo cuatro o cinco
saben lo que siento.
Y así vamos por la
vida saboreando
de a ratos la dulzura
y la amargura,
no es pecado desnudar el corazón de tanto en
tanto
y dar por sentado que aquí estamos
para aprender de las
lecciones de la vida
y ser un poco más
sabio cada día.
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