viernes, 25 de agosto de 2017

Un Día de Agosto.

Agosto dueño del verano, los días azules, inundados de luz, el calor acobardando los termómetros. El cielo despejado, sin permiso a las nubes, una brisa cálida, impertinente. Sinfonía de colores. Las noches ociosas, interminables.
A las cinco de la tarde, lo perfecto deja de ser perfecto. A las cinco de la tarde las risas se silencian. Un ramo de flores y un pañuelo de seda ruedan por la acera. Las copas de refresco se hacen añicos, los pájaros no cantan. El llanto de un niño no hay quién lo consuele. A las cinco de la tarde la alegría queda  congelada en una imagen de abrazos y de besos.  Se detiene el tiempo a las cinco de la tarde. El sol que no entiende lo que pasa, brilla como si nada.
 Las voces inocentes, piden justicia. Las voces de los que solo saben de trabajo piden paz. Los por qué no tienen la respuesta. Los ojos se llenan de lágrimas de impotencia, de dolor.
Hay muchas razones o ninguna para que la inocencia de la gente sea atropellada. ¿Quién sabe cómo se cura el odio y el rencor?
A las cinco de la tarde un niño es huérfano, una madre ruega por su hijo. A las cinco de la tarde un padre pide que su hija lo encuentre en un abrazo.
Agosto, sigue su camino como si quisiera acariciarnos. La tristeza se cuela por las ventanas abiertas de los balcones con el aire tibio del atardecer. Unos niños pequeños juegan despreocupados. En sus miradas presiento que a pesar de todo, la vida  continúa..



 Texto: MC.      Imagen: Pintura al óleo. Sally Swatland.






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