Llueve,
la primavera se dedica a jugar con la
lluvia y desparrama su aroma entre los almendros en flor. Las gotitas se
deslizan juguetonas, despreocupadas, por el cristal de las ventanas. A ellas no
les importa nada, es más, ellas viven de la lluvia.
Los
pájaros no vuelan. No los veo. Dime, dónde van cuando llueve. ¿No lo sabes?
nadie lo sabe. Ven, quieres venir en esta tarde en que la alegría también se ha
escondido...
Ven,
caminemos bajo la lluvia y entremos en el primer café que veamos. Mira aquél,
sí, aquél, el que está arriba, subiendo esa escalerita, el que tiene los
geranios rojos y morados, hartos de beber tanta agua y los parasoles. ¿Sientes
el aroma a café? es tan intenso, vamos,
y como nadie nos ve pediremos unas dulzuras de chocolate.
Y
así, con el café y el chocolate destejeremos los secretos que tenemos
guardados.
Tal
vez no me los cuentes todos, y yo tampoco.
Somos amigos y los amigos no necesitan hablar mucho para
comprender..
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